viernes, 19 de febrero de 2010

este es don emilio. asi lo llaman en el cementerio de playa ancha, don emilio, otorgandole grado, sacándolo del lugar del delicuente en que lo quisieron ubicar.
como buena leyenda, hay versiones encontradas respecto de la figura de este inmigrante radicado los ultimos años de su vida en el puerto de valparaíso. el juez y la policía lo encontraron culpable de la menos 4 asaltos con asesinatos en el puerto y un total de diez asesinatos en su vida de delincuente internacional.
la especialidad de este tipo era la cachiporra o tonto o laque de goma. asaltaba a empresarios y los golpeba hasta la muerte co un laque de goma... malo era el hombre entonces.
la prensa se encargo de hacerlo famoso. era un peligro para las calles porteñas y debían ponerlo tras las rejas.
como todos, se equivocó en la última puntada. escogió mal a su víctima y el dentista de 60 años le ofreció tal resistencia que Dubois debió arrancar por entre las calles del puerto perseguido por su victima y un grupo de valientes porteños. lo atraparon y encarcelaron. lo enjuiciaron y condenaron pese a que las pruebas en su contra no eran del todo convincentes.
"necesitan un culpable y me escogieron a mí". hasta enfretar al mismo peloton de fusilamiento juró su inocencia y de ahí que la gente, el pueblo que le llaman, lo transformaran en un ánima milagrosa.

se fumo un puro, arengo a los testigos de su muerte, impidió que le vendaran para enfrentar la muerte y solo pidio que le apuntaran bien para no fallar.
poco se dice que don emilio tenía mujer embarazada a la hora de su muerte. su hijo/a hoy podría ser abuelo/a vivo/a de algún porteño pudiente y estaría de lujo poder hablar con ese descendiente.
sería bueno hablar de como le construyo a su padre, si en verdad era inocente, o culpable, o las dos cosas la mismo tiempo.

martes, 2 de febrero de 2010

un regalo para borges

a mi no me daba miedo pasar por la avenida mexico.
pasaba siempre por ahi y la verdad es que miraba con admiración el edificio de la Bibliteca Nacional. Era siempre lo mismo, caminar frente a la Biblioteca y pensar que ahí había trabajado ese tal Borges. siempre la misma imagen del viejo ciego con complejo de intelectual, admiración de cuanto adolescente con ínfulas literarias produce la escuela. ese que se hecho al bolsillo a todo el mundo haciéndoles creer que su literatura es filófica e intrincada.
a mi me gusta eso de la literatura, pero entrar a una biblioteca me parece una soberana lata.
después de leer El libro de Arena quedé realmente intrigado. ¿existira realmente un libro sin principio ni final?
durante unas vacaciones decidí investigar y tuve que vencer mi desidia e ingresar al húmedo y añoso mundo de la biblioteca. gasté mucho tiempo en ese encierro. deje de ver a mi gente, no fui ni a la costa ni al campo y me mantuve sumergido en la búsqueda inacabable (o así lo parecía) de ese mentado libro.
cuál no sería mi sorpresa cuando ya cercano al término de mi trabajado descanso llegó a mis manos esa maravilla.
igual que el ciego fascista busqué su principio y su final y no di con ninguno de los extremos del libro. ante mi estaba la ruptura total de mi lógica occidental... otra más de las rupturas posibles en esto que llaman modernidad.
debo confesar que al principio me dio mucha alegría y placer. sin método ojeaba el libro e imaginaba al viejo tratando de encontrarle sentido a tanta maravilla. lo vi catalogando las ilustraciones y desesperando frente a una numeración caótica y sin sentido. ja.
pero al tiempo me empece a desesperar yo también. todo yo estaba dedicado a ese libro y al porteño invidente.
era hora de desacerme de él.
cómo?
no valía la pena venderlo, habría que dar muchas explicaciones y terminaría apareciendo en los diarios como el gran descubridor de la veracidad borgiana.
enterrarlo en un biblioteca sería una copia exacta de la actitud del veterano y eso atentaba contra mi ego iconoclasta.
entonces apareció la respuesta. sentado en una micro, silente y aburrido apareció la idea genial de como descerme del libro.
fue igual de dificil que encontrarlo. me valió muchas horas de búsqueda, pero valió la pena.
recorrí cuanta plaza aparecía en los mapas de la ciudad buscando el banco aquel. recorrí a pie, en bicicleta, en auto toda la ciudad hasta que lo encontré.
ahi estaba sentado frente a mi. un hombre serio apoyado en su bastón conversando con un mozuelo. era borges y el otro hablando de la familia y del sueño que podría ser ese encuentro. sabía que sería mi única oportunidad así que esperé que se fuera el joven otro y que fueran a buscar al anciano para llevarlo a su casa. lo seguí con disimulo y espere en el cruce de dos calles más cercano a la casa donde habían dejado al hombre.
pasadas algunas horas me decidí.
avancé con paso firme y asumiendo actitud de vendedor golpee la puerta de noble madera. apareció un borges maduro pero rejuvencido. le explique que vendía libros, biblias en especial.
el hombre se comenzó a vanagloriar de las biblias que tenía, entonces contraataque y le ofrecí esta maravilla. en sus ojos brillo el deseo y cuando lo vio fue tal su inquietud que supe de inmediato que saldría de esa casa sin el libro.
le di un precio impagable, pero el hombre reconocía el valor de lo que le ofrecía. me dijo que no tenía ese dinero, pero que tenía su cheque de jubilación y una biblia, una inglesa. a mi me daba lo mismo si era la de lutero o la clásica biblia latinoamericana. le dije que sí, que aceptaba pleno de dicha dentro de mi. borges caía en mi trampa tal vez yo cumplía con mi obligación históricoliteraria. sin mi tal vez borges jamas escribiría su afamado cuento.
acepte.
the beginning was the word.

lunes, 1 de febrero de 2010

cementerios. playa ancha

es verdad eso de estar muerto miando el mar. en el cementerio de playa ancha uno se puede morir con vista al mar. dudo en verdad que uno mire para algún lado estando muerto, pero por lo menos los deudos podrán amenizar el desagradable trámite de acompañar al difunto o el de ir a dejar flores con una agradable vista al mar.
cara salina.
picor.
viento sálobre (y vaya que hay viento en playa ancha).
por ahora gana el cementerio de playa ancha.
de santiago me gusta mucho el cementerio católico y lejos los despreciables son esos llamados parques, donde todo lo singular del estar muerto se ha perdido. lo único bueno que tienen es que estas bajo tierra (o bajo cemento debiera decir?), pero todo lo demás se pierde.
¿dónde se ha visto que un cementerio no tenga flores marchitas?
¿a quien se le puede ocurrir que la gente se vaya a echar sobre las tumbas a compartir algo para comer?
no hay respeto por la parsimonia de la muerte en estos parques.
el católico es un clásico. húmedo y oscuro. llenos de esculturas y criptas adornadas. mucho mármol y flores y floristas y agua y agüistas. y la gente silente caminando cabizbaja.
pero el otro día fuimos al cementerio de PLaya Ancha. qué lugar!
al final de playa ancha después de un circumbirumbico recorrido en la mico O (hoy 612). después de los cerros, el temor al desbarranco o algún choque, despues de la plaza bismark y la caleta san pedro, después del estadio de playa ancha y la universidad ahi está.
no tiene una entrada muy llamativa (tal vez la empequeñecen las micros que utilizan esa esquina de terminal) pero es puerto y se siente el aire costero. para uno que es de ciudad, al centro, el aire costero resulta agradable (pese a su salinidad y consabida picazón).
la entrada no es muy graciosa, pero se avanza hacia el sector antiguo y la cosa se torna entretenida. entre nombres añosos y mausoleos opacos se camina con calma.
italianos, muertos en el terremoto, wanderinos, abuelos y padres bien amados... uf.
la zona de los nichos.
más allá los muertos en tierra, esos que no les dio para mausoleo y que apenas tienen una cruz con su nombre. lo que no les falta es la bandera caturra, su furia panzer. el de playa ancha es un cementerio de porteños de tomo y lomo y al morir te cubren con la bandera verde de los caturros.
íbamos tras la tumba de emil dubois.
y ahi estaba, convertida en animita. admirada por la gente. era un tipo bueno ese, o por lo menos lo fue después de muerto. mucha gente le agradece sus favores concedidos, asi que aproveche yo de pedirle uno ( a ver que pasa).