Ahora es julio Julio. Creo que ocho o nueve.
¿Estará pasadito a madera de pino el mal nacido aquel a quien con tanto gusto se putea, el de las dedicatorias, el chuchesumadre aquel que se ganó un espacio en la historia del mundo como el más terrible de los tiranos asesinos, cerdo gorila acéfalo. El que es más asqueroso que la necrofilia, que caer en el poso de una letrina de varios años en el campo?
¿O tal vez todo sea una jugada para librarlo en alguna medida de un juicio que será tan historia como su nefasto paso por el mundo?
En más de alguna oportunidad, siendo un tipo grande se supone me soñé despierto matando Pinochet en un acto heroico, inteligente, libertario. Era como un juego, como ser el bueno de la película y ganar triunfar es la palabra, triunfar sobre la dictadura asesina.
Debo haber planificado en mi vida cientos de atentados. Desde escandalosos hasta crímenes silenciosos pero efectivos. La idea es matarlo. Eliminarlo de nuestras existencias. Imaginarlo, como Droguett, adentro de una jaula que cuelga en una plaza mayor. Acabado, destruido inmisericordemente , harapiento y sucio, mostrado como extraña circunstancia de la naturaleza humana. La representación de su bajeza mas ruin. Una drástica manera de vivir el dolor y la miseria humana en la que nos convertía la dictadura.
La privación de la libertad, ese es el dolor invisible que tiene mil formas y ataca por todos los flancos. Es el dolor que no descansa de día ni de noche, siempre al acecho esperando que cometas un error para abalanzarse sobre tí y degradarte a veces lentamente, casi imperceptiblemente, otras con la rapidez de una enamoramiento. El tema del sistema es ese, deshumanizarte y cada día gana más espacio. Se globaliza y posesiona de todo. Que cosa esta de sentirse como en la selva del mundo feliz, ser un lector en farenheid, el protagonista de brasil o de orwell. En verdad solo existir es heroico.
Pero el tema es la muerte del general. En términos políticos me parece nefasto pero en términos humanos creo que un gran foco de odio natural desaparecería de la faz de la tierra y eso es bueno. La historia blanqueará su imagen y rescataran cosas buenas de la administración del “régimen militar”. Pero están mis dedos en el teclado de un pc y muchas bocas que contaran la historia verdadera de como se vivía durante la dictadura. Morir no me parece un chiste como para recordar esos tiempos como si hubieran sido buenos tiempos. Eran más que tiempos difíciles. Su muerte soluciona y solucionaba y solucionará o solucionaría muchas tensiones personales, o sea, no sé, tal vez mañana lo pueda explicar mejor.
En algún momento pensé escribir una novela de un tío que mataba al Pinochet en los primeros años de la transición. La idea era meterle talento a una novela negra, bien negra con un enamoramiento de por medio y la muerte, por que la muerte todo lo soluciona. El sueño era escribirlo antes que el hombre muriera y yo sentir la satisfacción de leerlo y corregirlo y sentirlo morir a cada momento de la lectura. Un día lo escribiré.
No hay que dejarlo descansar ni siquiera muerto. Se le practicará la necrofilia a su cadaver con un negro de dos metros tula..., perdón de altura
Si esta carta fuera parte de mi autobiografía estaría en cursiva por que no digo nada y eso le gusta a la gente. Hermano, hay que escribir con rabia.
Me voy a acostar. Mañana busco unas fotos del perro criminal y las pongo por ahí.
sábado, 21 de agosto de 2010
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